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La Orden Ecuestre del Santo Sepulcro tiene una honda e histórica raigambre en Valencia desde tiempos de la conquista de la ciudad por el rey Jaime I, y la torre de la vieja colegiata de San Bartolomé en nuestra calle de Serranos es testigo de la presencia de los Canónigos y los Caballeros del Santo Sepulcro.

En 1099, después de la Primera Cruzada, nació el embrión de la Orden para entregarse al servicio de la custodia del Santo Sepulcro y al culto en su templo. Sus integrantes fueron llamados “le plus nobles des Chevaliers”; y ahora, con siglos de gloria a sus espaldas, la Orden del Santo Sepulcro continúa cumpliendo con sus principios fundacionales y se mantiene en la defensa de Tierra Santa mediante la ayuda social y la solidaridad, “armas” que han sustituido a la lanza y la espada, y hogaño combate mediante el testimonio y la aportación personal, recordando y dando a conocer las dramáticas circunstancias por las que atraviesan hoy en día los Santos Lugares y los cristianos que habitan allí, así como promoviendo y financiando iniciativas de asistencia y desarrollo en la zona.

En siglos guerreros y lejanos, aquellos primeros Caballeros, los “miles Christi” o “soldados de Cristo”, no dudaban en dar su vida en la defensa y la salvaguardia del Santo Sepulcro -testimonio físico, silencioso pero elocuente, de la resurrección de Jesucristo, hecho fundamental de la fe cristiana- y para proteger la presencia de la Iglesia y de los cristianos en Tierra Santa. Sin embargo, los Caballeros y Damas sepulcristas de hoy no libran una lid por la posesión de una ciudad concreta, sino por el mismo mundo, en un campo de batalla más vasto, y donde su ayuda es mucho más necesaria de lo que pudieran haber imaginado los cruzados.

Si bien pasaron los tiempos del Caballero sepulcrista cruzado que acudía con su espada a defender el Santo Sepulcro, el cristianismo en Tierra Santa sigue tan amenazado como antaño. En nuestros días un Caballero o una Dama del Santo Sepulcro no se guía por la acometividad bélica en la defensa de los lugares que pisó Jesús de Nazaret, pero esa lucha, que continúa con otras estrategias y procedimientos, requiere coraje y perseverancia, no menores que los necesitados antaño, para poder cumplir en estos tiempos con la misión sepulcrista de proteger el legado cristiano en Tierra Santa y garantizar la presencia cristiana en aquella zona, afectada por una diáspora continúa en lo que parece un proceso difícil de revertir. En efecto, la Cristiandad corre el riesgo de ver los Santos Lugares convertidos en emplazamientos vacíos, sin testimonio de devoción y de fe. Esos hitos geográficos, testimonio del paso de Jesús, son también patrimonio de todos los cristianos y, por lo tanto, se requiere no sólo mantenerlos protegidos físicamente, sino vivificar esas piedras para que no se conviertan en museos o en meras ruinas arqueológicas. Y a esa labor se han entregado durante casi mil años los Caballeros, y modernamente las Damas, de la Orden del Santo Sepulcro.

La inmensa labor que desarrolla la Orden sepulcrista es poco conocida en España y se corresponde con el histórico carisma de esta institución, cuyas iniciativas, que se renuevan constantemente, se realizan gracias al espíritu de sacrificio de los Caballeros y Damas de la Orden y se coordinan a través de la Sede Central en Roma y del Patriarcado Latino de Jerusalén. Muchas de estas ayudas adoptan la forma de proyectos de desarrollo muy concretos, que son previamente aprobados y después seguidos por su órgano de gobierno, el Gran Magisterio de la Orden.

Como compromiso principal y permanente dirigido al servicio del Patriarcado Latino de Jerusalén, la Orden está a disposición de las comunidades cristianas en Tierra Santa para sostener y ayudar a las instituciones de la Iglesia Católica en aquellos territorios, dotando económicamente al Patriarcado con un fondo institucional para sufragar las necesidades materiales de las instituciones, estructuras y operativas de culto, caritativas, culturales y sociales patriarcales, y a tal efecto aporta anualmente once millones de euros, dando cobertura al 98% del presupuesto del Patriarcado Latino de Tierra Santa, cuya jurisdicción se extiende sobre los 150.000 fieles de rito latino residentes en Israel, Palestina, Chipre y Jordania con 71 parroquias.

Gracias al soporte directo de la Orden sepulcrista, en estos territorios operan 192 establecimientos educativos a los que asisten casi 44.000 alumnos, entre ellos un 36 % de musulmanes. Se cuenta con jardines de infancia, 50 escuelas parroquiales a las que asisten unos 20.000 alumnos católicos, ortodoxos, protestantes, musulmanes, etc., lo que constituye una semilla para una futura convivencia, y la Universidad de Belén.

Asimismo, la Orden del Santo Sepulcro sostiene el Seminario Patriarcal en Jerusalén, con más de 140 seminaristas, y mantiene más de 100 centros sanitarios -entre ellos 11 hospitales-, 9 hogares para ancianos e inválidos, 11 orfanatos y guarderías y 4 centros de educación especial, 2 centros de acogida para niños discapacitados graves (judíos, musulmanes y cristianos), escuelas de formación profesional, granjas agrícolas y pequeños centros industriales que permiten mejorar el nivel de vida de esas gentes, que en la mayoría de los casos no son cristianos.

En la tarde del día de hoy, la Sección de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro del Reino de Valencia se reunirá en capítulo con el Cardenal Cañizares en la capilla del arzobispado para celebrar la festividad de la Virgen de Palestina, patrona de la Orden.

José Fco. Ballester-Olmos y Anguís
Vicedecano de la Real Academia de Cultura Valenciana

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