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El pasado 28 de mayo tuvo lugar la solemne ceremonia de jura de nuevos caballeros y damas de la Real, Antiquísima y Muy Ilustre Cofradía de Nobles de Nuestra Señora del Portillo, en la iglesia de este título de Zaragoza, y cuyo Hermano Mayor es el Caballero Gran Cruz de esta Lugartenencia, Excmo. Sr. D. Juan Gualberto de Balanzó y de Solá.

Los actos dieron comienzo con la Jura de cuatro Caballeros y cuatro Damas que, al llamamiento de la Secretaria Canciller, fueron acercándose al altar, junto a sus padrinos, para prestar juramento ante el Hermano Mayor, el Caballero Fiscal y el Capellán Mayor de la Cofradía, y recibir la venera de la Real Cofradía de manos del Hermano Mayor, que está formada por la antigua Cruz flamígera de Sobrarbe, de gules, que porta en su centro un circulo de oro en el que se reproduzca el milagro de la Virgen del Portillo, y en la parte superior del círculo una Corona Real de oro.

Seguidamente dio inicio la Santa Misa y, tras esta, se depositó un centro floral en la capilla donde se encuentra el Panteón de la Heroínas, y donde descansan los restos de Agustina de Aragón, Casta Álvarez y Manuela Sancho, defensoras de los Sitios de Zaragoza, en la Guerra de la Independencia.

Al acto asistió, en representación de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, su Excelencia el Lugarteniente, D. Juan Carlos de Balle y Comas, quien es además Caballero de la Real, Antiquísima y Muy Ilustre Cofradía de Nobles del Portillo, y el Presidente de la Sección de Aragón, Ilmo. Sr. D. Carlos de Corbera y Tobeña.

La Real, Antiquísima y Muy Ilustre Cofradía de Nobles del Portillo remonta su origen en la época de la Reconquista de Zaragoza, vinculado a la aparición milagrosa de la Virgen cuando, según la tradición, en 1119, los musulmanes lograron abrir una brecha en la muralla exterior de la ciudad. La aparición milagrosa de la Virgen en la muralla, acompañada de un ejército celestial de combatientes y el aviso a la guardia que estaba dormida, así como la heroica defensa del ejército cristiano, provocó la huida de los invasores y que la ciudad quedara a salvo del ataque.

En el mismo lugar de la muralla se colocó una pequeña imagen de la Virgen, de piedra blanca, y con el tiempo se edificó una iglesia bajo la advocación de la Virgen del Portillo, que fue derruida en la época de la Guerra de la Independencia, salvándose milagrosamente la imagen de la Virgen, que fue trasladada al altar de San Joaquín del templo del Pilar, donde permaneció hasta que, restaurado el histórico santuario del Portillo por los cofrades, fue reintegrada a su primitivo lugar.

Se cree que la fundación de la Cofradía se remonta al tiempo del milagro, desconociéndose con exactitud la fecha de su creación; sin embargo, se tienen datos fidedignos de las fechas de mayor esplendor de la Real Cofradía, por un antiguo Códice, copia de otro del siglo XVI, en el que se hallan registradas actas notariales, cuyas fechas corresponden a los años de 1350, 1449, 1454, 1576 y 1618, épocas de mayor auge, y en cuyo Códice se encuentran anotados los Cofrades que formaron Capítulo en los años de 1590-1628-1646, y entre los caballeros y damas que pertenecían a la Cofradía se ve que los mismos procedían de familias de notoria nobleza e hidalguía.

Además, en las Ordinaciones de la Real Cofradía de 1762, que se apoyan en las de 1575 y en las de 1511, que son las más antiguas que se han localizado, se incide en la condición de Noble para formar parte de la misma, lo que otorga a la Cofradía una tradición histórica nobiliaria al pertenecer a la misma las más importantes familias aragonesas.

Los actos fueron precedidos por la entrega, el jueves 26 de mayo, de un manto con el emblema de la Real Cofradía a la Virgen del Pilar, presidido por el Arzobispo de Zaragoza, Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Carlos Escribano Subías, Gran Prior de la Cofradía, a quien se impuso la Venera de la Real, Antiquísima y Muy Ilustre Cofradía de Nuestra Señora del Portillo.

 

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