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El cargo de Vicegobernador para América Latina fue creado hace unos meses, ¿cómo se desarrolla su misión?
El continente latinoamericano representa un gran potencial para nuestra institución eclesiástica, lo que ha motivado el nombramiento de un Vicegobernador para coordinar el desarrollo de la Orden en esta región del mundo. He viajado mucho antes de la pandemia, reuniéndome con los Grandes Priores y Lugartenientes. Los contactos continúan principalmente de manera telemática, hasta que las cosas vuelvan a la normalidad.

El énfasis está en la vida espiritual y compromiso de los miembros en sus diócesis, donde son como embajadores de Tierra Santa, usando una expresión del cardenal Pietro Parolin. Brasil tiene dos Lugartenencias y estamos pensando en otros asentamientos en esta inmensa nación católica. La revista anual de la Orden ha podido ser distribuida este año en este país gracias a una generosa iniciativa de la Lugartenencia de Portugal que financió la traducción y producción de La Cruz de Jerusalén en portugués.
La Orden también está muy presente en Argentina, Colombia, Venezuela y México. En este momento tenemos alrededor de 400 miembros en estos países, pero los proyectos de ampliación en Ecuador y Panamá indican que el número de Caballeros y Damas pronto aumentará, a pesar de la crisis que está golpeando con especial fuerza esta parte del mundo.

¿Cómo proceden para seleccionar los nuevos miembros de la Orden y evitar los candidatos que se preocupan más por las apariencias que por el servicio?
Nuestra relación con los obispos locales es esencial y he recibido instrucciones muy claras del Gran Maestre cardenal Filoni y del gobernador general Leonardo Visconti di Modrone. Son los obispos los que nos ayudan a identificar y elegir a los hombres y mujeres de la Iglesia, capaces de dar una imagen justa de la Orden, evitando, por ejemplo, los candidatos que buscan la promoción social. Los miembros ya comprometidos son también buenos asesores, ya que conocen los países circundantes en particular por sus actividades profesionales. La vida espiritual de los Caballeros y Damas es una prioridad para nosotros, así como su compromiso parroquial. Insistimos mucho en el fortalecimiento de la formación de los candidatos en las estructuras periféricas de la Orden.

Los vínculos entre las Lugartenencias de los países latinoamericanos permiten un intercambio de experiencias y un estímulo cualitativo recíproco. No es la cantidad de miembros lo que cuenta sino la calidad de su testimonio cristiano y su voluntad pastoral de apoyar a la Iglesia Madre en Tierra Santa.

¿Cómo la Orden es hoy en día un espacio donde su vocación alcanza el pleno desarrollo? Soy abogado, aún en ejercicio, casado y padre tres hijos. Mi participación en la Orden es para mí una forma de servir a la Iglesia, es decir, a la comunidad católica. Me parece que es importante comunicar y dar a conocer para que la Orden se amplíe ya que se trata de una institución moderna, en muchos aspectos adelantada a la Iglesia, porque los laicos bautizados son plenamente responsables de ella, asumiendo las más altas responsabilidades, sean hombres o mujeres, bajo la dirección del Gran Maestre nombrado por el Papa, en colaboración pero no en dependencia del clero.

León XIII permitió que las mujeres formaran parte de la Orden en una época en la que no tenían derecho al voto, fue revolucionario, y en este impulso seguimos dando a las mujeres un lugar importante, siendo muchas de ellas Lugartenientes. Más allá de las falsas imágenes arcaicas de la Orden, me alegra poder manifestar que mi vocación como laico – sacerdote, profeta y rey a través del bautismo – encuentra su plena realización en la Orden, una familia espiritual que nos recuerda que la Iglesia es sobre todo una comunidad de hermanos que se aman.

Entrevista realizada por François Vayne

 

 

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